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martes, 29 de agosto de 2017

Bullying: Respeto, tolerancia y aceptación.


Ahora que empieza el año escolar hay temas importantes de los que debemos hablar. Cada año se escuchan más y más historias espantosas de niños/as y jóvenes que sufren debido al acoso escolar. A pesar de lo que muchas personas creen, el acoso escolar no es normal, no son cosas de niños y en ninguno de los casos esta justificado. Por el hecho de ser niños no se le debe dar menos importancia a ser crueles. Aceptar las diferencias individuales como parte de nuestras vidas es una tarea que se hace mucho más sencilla si se enseña desde pequeños/as. Por eso es importante no permitir y vigilar los contextos que puedan generar situaciones de acoso y cortarlos de raíz. El acoso en ningún caso puede ser tolerado.

Aceptar o ignorar situaciones de bullying o acoso puede perpetuar en nuestros niños/as y jóvenes la idea de que la intolerancia es aceptada y que ser diferentes es motivo de burla, discriminación o estigma. De pequeños/as somo como esponjas, absorbemos hasta lo más mínimo de cada una de las situaciones por lo que crear contextos en los que la tolerancia y el respeto a los demás es premiado, es una forma de poco a poco crear un mundo mejor para ellos y nosotros mismos.

Pero... Qué es el acoso escolar?


El acoso escolar es una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un/una alumno/a contra otro/a al que escoge como víctima de repetidos ataques. Esta acción negativa continuada puede provocar en la víctima efectos claramente negativos, como: ansiedad, descenso de la autoestima, y cuadros depresivos que dificultan su integración en el medio escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes, además de generar futuros problemas académicos, laborales y sanitarios.


Qué tipos de acoso existen?



Los principales tipos de bullying o acoso escolar son:
Físico: pegar, robar, empujar
Verbal: insultar, despreciar, burlas
Exclusión social: ignorar, marginar
Ciberbullying:  videos, fotos, burlas.


Cuál es nuestro papel?


Como padres/madres, educadores/as, profesores/as, compañeros/as, hermanos/as debemos estar pendientes a los diferentes signos o señales que pueden llevarnos a pensar que alguno de nuestros infantes esta siendo víctima de ataques repetidos tanto en el entorno escolar como fuera de el. 

Los principales signos de alarma que tenemos que tener en cuenta a la hora de plantearse la idea de que alguno de nuestros infantes esta sufriendo acoso escolar son: 


  • Cambios en el comportamiento y de humor.
  • Tristeza, llanto o irritabilidad.
  • Pesadillas, cambios en el sueño y/o apetito.
  • Somatizaciones: dolores de cabeza, de estomago o vomitos.
  • Pierde o se deterioran su pertencias escolares o personales (gafas, mochila, ropa, estuche, libretas, etc.) de forma frecuente.
  • Aparece con hematomas, rasguños o golpes y dice que tiene accidentes frecuentemente.
  • No quiere salir ni se relaciona con sus compañeros.
  • No acude o no quiere ir a excursiones o visitas con el colegio.
  • Quiere ir acompañado a la entrada o la salida.
  • No quiere o protesta para ir al colegio.

Aun así debemos tener presente que los niños/as son eso mismo, niños/as por lo que estos signos o señales son indicios a tener en cuenta, pero no significa que NECESARIAMENTE nuestros infantes estén sufriendo acoso por presentar alguno de los anteriores. Otros problemas o dificultades en diferentes ámbitos de sus vidas generan reacciones similares, por lo que siempre es importante contar con la ayuda de algún profesional y hablar siempre con alguna otra persona del entorno del infante para contar con una mirada más amplia de la situación. 

Por qué es importante parar el acoso a tiempo? 


El acoso escolar ya que puede tener consecuencias importantes en la salud y bienestar de nuestro infantes. Entre las principales consecuencias del acoso escolar se encuentran:

  • La ansiedad. 
  • Aparición de cuadros depresivos.
  • Descenso de la autoestima y la confianza en sí mismos. 
  • Dificultades de integración en el medio escolar y el desarrollo normal de aprendizajes: 
    • pobre concentración
    • absentismo escolar.
  • Mayor riesgo de experimentar: Desajuste psicosocial y trastornos psicológicos. 
  • Mayores niveles de estrés, miedo e ideación suicida.
                                                                                                                           Paola Báez.

martes, 22 de agosto de 2017

La etiqueta de ENFERMO.


Categorizar/etiquetar viene ligado a nuestra forma de vida. Dividir las cosas o personas por grupos facilita y mucho las tareas y la vida en general, la verdad. El problema, para mi, radica en el estigma que crean algunas de las etiquetas de las que hacemos uso. Hablemos por ejemplo del rol del enfermo. 

Pensemos por un momento que las enfermedades son batallas. Batallas dentro de una guerra a la que llamamos vida. Existen batallas de las que estamos orgullosos de salir airosos, o a las que odiamos con todas nuestras fuerzas cuando se lleva a algún ser querido. Batallas que pasan a ser parte de nuestra biografía, batallas que nos llenan la boca al rememorarlas y explicarlas, batallas alrededor de las cuales empiezas a definirte como individuo. Luchador, fuerte, perseverante, optimista, seguro y triunfador. 

Sin embargo, existen batallas que a pesar de ser igual de importantes o incluso más, en algún caso, nos avergüenzan, nos acomplejan, negamos su existencia y vivimos más que para decir orgullosos que también hemos salido airosos, para esconderlas. Porque, si alguien se entera... 
¿Qué van a pensar de mi?

Estas segundas son las Enfermedades Mentales


Por qué nos sentimos más cómodos contando batallitas de enfermedades "físicas" (que muchas veces son una reacción de nuestro cuerpo a agentes externos) y nos negamos a admitir y enorgullecernos de haber ganado una de las peores batallas? Una batalla contra uno mismo, en la que muchas veces la cura, la tienes o eres tu mismo. Porque muchas veces podemos ser nuestros mejores amigos, pero también nuestro peor enemigo


La razón de más peso en la que consigo pensar para negar un logro como este, es el estigma que crea encontrarte en la etiqueta de Enfermo Mental

Utilizar las enfermedades como etiquetas, como marca negativa y vergonzosa es lo que hiere, es lo que hace daño. Etiquetas como deprimido, esquizofrénico, paranoico o maniático son las que crean estigma y discriminación. Las enfermedades mentales no son etiquetas para ir usando a la ligera. 


1 de cada 4 personas sufre, ha sufrido o sufrirá un Trastorno Mental a lo largo de su vida, según la OMS. Esto quiere decir que en cada familia, algún día alguien sufrirá algún tipo de desequilibrio o malestar emocional.  


Una característica, entre todas las otras que definen a una persona no tiene porque sentenciar a un individuo. Yo no quiero ser categorizada como la enfermedad que padezco , porque mi enfermedad no me define. No es más que una mera circunstancia. 

No soy mi trastorno...
Padezco, sufro, tengo un Trastorno mental y este no tiene por que definirme como individuo. 


Somos personas, bailarines, músicos, fotógrafos, camarógrafos, soñadores, presentadores, vagos, trabajadores, blancos, negros, rubio, castaños, chinos, rusos, americanos, turcos, franceses, bajos, altos, gordos, flacos, optimistas, pesimistas, triunfadores, luchadores, felices, desgraciados, ricos, pobres, responsables, hermanos, tíos, primos, padres, madres, centrados, distraídos, nerviosos, serenos, pensadores, sabios, tontos, viejos, jóvenes, adultos, niños, y un millón de cosas más (quedándome corta). 


Me niego a aceptar que entre todas las cosas a elegir se me etiquete como un Trastorno Mental. 

La Salud Mental de las personas es parte indivisible de su Salud y Bienestar.