Entrada destacada

I just came to say HELLO!

Primero me dispongo a darles a todos la bienvenida a este espacio. En este espacio pretendo exponer de forma sencilla y clara temas ...

domingo, 12 de noviembre de 2017

Déjame ir, pero quédate conmigo.

Encontrar cosas como está y darte cuenta lo lejos que has llegado, lo mucho que has avanzado. Cuando dicen que el tiempo todo lo cura, no te lo crees y esperas a que algo pase. Por experiencia tengo que decir que el tiempo no hace nada si no pones de tu parte. Las cosas no desaparecen porque mires a otro lado y decidas enterrarlo. El cambio hay que buscarlo. 

Hace unos años, estaba rota. No me sentía merecedora de ser querida y no creía que nadie me merecía a mi. Era una situación extraña, donde el miedo a ser herida se había abierto camino en mi vida y me había dejado, de alguna manera, expuesta a una espiral de autodestrucción. En la que no parecía importarme herir a otros, con tal de no salir herida yo. 

Un día, me dí cuenta de lo que pasaba, de cómo me sentía y de lo que estaba haciendo con quienes se encontraban  a mi alrededor. Una discusión tonta con un amigo, me llevó a mirar más allá y a escribir esto: 




Sabía que estabas enamorado de mi. Aunque esperaba que no fuera más que un capricho. Nunca me ha importado ya que siempre me he negado a la idea.  He borrado y sacado de mi mente hasta el más mínimo pensamiento de quererte, de entregarme a ti. Me repito mil veces "No estoy enamorada de él", "No me gusta", "Es demasiado bueno para mi".

Pero me duele, me hace daño.

Soy egoísta.
Quiero que me quieras, pero no quiero quererte.
El simple hecho de pensar en abrirte mi corazón me agita.
Supongo, que sigo rota por experiencias del pasado. Que no estoy lista para volver a entregarme. Pensar en el daño que me haces sin estar juntos e imaginar en el daño que podrías hacerme si me entrego, me mata.



Pero tu. Sí, tu!
Me dices que me amas.
Así, sin más. De repente, de la nada. Tan fresco.
Como si de darme los buenos días se tratara.
Y yo aquí, negando lo evidente, girando la cabeza, mirando a otro lado. Rompiéndome por dentro, luchando con mis demonios que insisten en proyectarme el pasado una y otra vez a la primera de cambio.

No quiero quererte pero te has convertido en una droga. Que me sacia. Que me llena. Desencadenando reacciones químicas en mi cerebro, haciéndome adicta.
Dependiente.

Y yo, me niego, me resisto.
Me alejo, me duele. Me acerco, me duele.
Ni contigo ni sin ti.
No puedo.
No puedo quererte. No quiero quererte!

Te has metido a la fuerza en mi vida.
No sé como escapar de ti.
Déjame ir, pero quédate conmigo.
Quédate en la sombra. Cuídame en silencio.
Dame lo que necesito, pero no pidas nada a cambio. No tengo nada que dar.
No me odies porque no te pueda amar.

Ámame despacio, sin prisas, poquito a poco.
Ayúdame a curar, a cerrar viejas heridas del pasado.
No me exijas que te ame, no me pidas que te quiera pero, no me dejes todavía.

No me ames. No puedo vivir sabiendo que me amas y no puedes ser correspondido, no hay nada peor. Pero es todo lo que puedo darte.

No estoy lista para el amor. Y no sé si estas listo para mi, pero sé que sigo rota.
Desplomándome, desarmándome, deshaciéndome por dentro y que me ames me duele y no es suficiente pegamento.


                                                                                      Hoy no tengo miedo. 
                                                                                                      Paola Báez.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Si no ha sido tu día, tu semana, tu mes o incluso tu año.


Supongo que llega un momento en la vida de cada persona en la que hay que dejar el pasado atrás y dejar ir todo aquello que te mantiene atado y no te permite avanzar. 

Recordar es volver a pasar por el corazón.
Olvidar, no.

Los recuerdos nos ayudan. Son consejeros que llevamos con nosotros en todo momento. Están ahí para  que recordemos nuestros errores y ayudarnos a no repetirlos. Nos permiten gozar de una nueva oportunidad para volverlo a intentar. Que no haya salido bien una vez no quiere decir que no debamos saltar y volver a arriesgarnos.

Dejar el pasado atrás no quiere decir olvidar, quiere decir vivir en paz con tu pasado y quedarte con lo aprendido. Quiere decir perdonar y nunca debe confundirse con olvidar. Si te acercas al futuro con rencores del pasado es más difícil avanzar. Caminas con una carga, una mochila de sentimientos negativos que entorpecen tu viaje y no te dejan apreciar la belleza del camino.

En ese momento en que logras sacarte la mochila y liberarte de la carga ves la vida con otros ojos. Cuando abres una nueva puerta entras con nuevos conocimientos, entras a ella más sabio, más sereno. Disfrutas de los detalles y puedes concentrarte en el destino. Es entonces, cuando nos damos cuenta lo anclados en el pasado que estábamos y lo poco que hemos avanzado al estar más pendiente de mirar atrás que de mirar hacia el futuro al que estamos destinados. 

Pero claro, puedo entenderlo. Nos podemos ver forzados a seguir avanzando con el ego, la autoestima y el corazón hundidos. Normal que nos quedemos anclados, esperando. Esperando nuestro momento, el momento en el que volvemos a estar contentos, en el momento que volvemos "de entre los muertos", de las cenizas de nuestro ego, sin saber que ese momento nunca llega. Hay que saber buscarlo. Y está ahí, esperándonos. 

Esperando a que nos liberemos de la carga que nos retrasa, que nos ralentiza. Esperando para guiarnos a ese nuevo lugar, lejos del pasado, alejado del dolor. 

Por eso, quítate la mochila! y corre a abrazar el futuro que te ha estado esperando.

Es hora de dejar el pasado atrás y abrir las puertas al cambio, ahora que has aprendido, ahora que eres más sabio.